28.7.10

"Mamarracho" escénico (Por Orlando Barone)


A la palabra “mamarracho”, en diminutivo, la puso de moda hace más de medio siglo el galán de radioteatro Oscar Casco. Con voz almibarada de barítono componía un personaje que a su enamorada de la ficción le decía “mamarrachito mío”. Con tono microfónico el galán dotaba a mamarracho de encantamiento y de irónica ternura. Pronunciada ahora por Mauricio Macri para descalificar el dictámen condenatorio de la cámara, la palabra “mamarracho” ya no suena tan tiernamente. Empleó “mamarracho” como quien se refiere a una acusación inferior y sin jerarquía para referirse a alguien como él.

Antiguamente los porteños frecuentaban las palabras baratija y cachivache para nombrar a algo estropeado y destartalado, o para nombrar a una persona ordinaria y sin gracia. Intrascendente. Es cierto que la modernidad ha ido desplazando o sustituyendo a “mamarracho” por “bizarro”, y aunque no son sinónimos perfectos se vinculan. “Truchada” sirve para todo cuanto es no solo falso sino “pedorro”. Que en su primer significado y muy seriamente quiere decir “que tira pedos en seguidilla”. Y que también significa algo mal hecho, mal actuado. Por ejemplo un espectáculo puede ser pedorro. O pueden serlo una repetición de excusas e histrionismos para zafar de un proceso por espionaje a ciudadanos.

El “Pro” nos propone una seguidilla de fábulas breves con mucho ruido y olor sospechoso. Y se excede irrespetuosamente sin medir el desagrado olfatorio de los receptores. Así desde el centro de excusas de la Ciudad se la pasa mamarracheando y pedorreando; y bizarreando y cachivacheando la política. Sus dirigentes la desdeñan con un afán pedorro. Por eso el elenco de “mamarrachos” privados-públicos es cada vez más frondoso y los medios los exacerban. Hay bizarros militantes de la política que la única militancia que ejercitan es la de fatigar su bizarrismo por los medios. Los afines y condescendientes, que son muchos e interesados.

Si Macri en lugar de decirle “mamarracho” al dictámen de los jueces, se lo hubiera dicho a su propio gobierno daba justo en el diagnóstico.
Porque lo que es un mamarracho es la victimización que ni la propia víctima se cree.

Fuente: OrlandoBarone
"Una pulga no puede picar a una locomotora, pero puede llenar de ronchas al maquinista" (Libertad, amiga de Mafalda)