20.7.08

Barajar y dar de nuevo - La Gran Cobos (Por Mempo Giardinelli)


BARAJAR Y DAR DE NUEVO

La Gran Cobos
Por Mempo Giardinelli

Cuando el vicepresidente Julio Cobos definió el rechazo a la ley de retenciones tal como la había propuesto al Ejecutivo, apenas terminó una batalla, aunque no sin alivio circunstancial para toda la nación.

Quedará para otro debate establecer si es contradictorio que el segundo del Ejecutivo vote en contra de un envío presidencial, pero el hombre votó de acuerdo a su convicción y eso es irreprochable.

En todo caso, para extender la dignidad de su voto ahora es de esperar que renuncie, porque el argumento de que recibió los mismos votos que Cristina Fernández de Kirchner es un sofisma. La ciudadanía votó por ella. Cobos, ahí, estaba pintado.

Pero el panorama es mucho más complejo que una decisión personal. La votación en el Senado fue mucho más allá, incluso, de las retenciones. Y como fue una derrota política, al kirchnerismo le tocará ahora pagar los platos rotos. Fueron muchísimos los errores cometidos, todos señalados incluso por quienes apoyábamos el proyecto de ley de retenciones, en innumerables notas escritas en medios independientes como Debate.

Sin embargo, no parece que el kirchnerismo esté terminado como desean Joaquín Morales Solá y muchos aliados del agrarismo, aunque sí es cierto que dilapidaron gran parte del poder fenomenal que tuvieron.

El Gobierno no está terminado ni mucho menos, pero le va a costar mucho salir bien parado de este revolcón. Porque en política, cuando no se sabe dialogar y se juega siempre a todo o nada, inexorablemente se pierde. Y cuando encima se pierde ante corporaciones y empresarios rurales que proceden con la dureza típica de la necedad y la avaricia, cuidando su bolsillo por sobre todas las cosas, el costo es más alto.

Otra falencia enorme, que también deberán pagar los K, fue la absurda política comunicacional del Gobierno. Si es que la hubo, la información oficial fue tonta y anodina, y se amilanó en todo momento ante la manipulación astuta y pertinaz de la llamada opinión pública.

Lo que queda de bueno es que funcionaron las instituciones republicanas, y eso no es poco. Ambas cámaras del Congreso evitaron el desbarrancamiento de la crisis, una vez más. Con todo lo que muchas mentes simples le critican a los legisladores, y muchísimas veces con toda razón, ellos y ellas supieron trabajar arduamente y resolvieron la coyuntura.

DOLORES POR VENIR

Pero quedan muchas cosas dolorosas en el camino. En todo momento fue la convivencia democrática lo que se puso en juego y eso siempre es peligroso. Por eso en estos meses, en cada texto, quien firma no hizo más que alertar sobre, y rechazar la, desdichada polarización a que nos llevaron tanto el Gobierno con sus errores y necedades, como la radicalizada voracidad de los empresarios rurales con sus mentiras, clasismo, racismo y avaricia. Claro que la responsabilidad mayor era del Gobierno, porque todo gobierno es siempre el responsable último del diálogo republicano. Aunque en eso fallaron todos.

Los unos proclamaron una redistribución que no es tal y que en muchos casos oculta una corrupción intolerable en muchas áreas. Los otros cacarearon un federalismo al peor estilo secesionista boliviano, ocultando así lo que es más verdadero: que no quieren control alguno a sus desmedidas ganancias.

Así la inmensa mayoría de los argentinos asistimos, hastiados, y muchos íntimamente furiosos, a duros torneos de oratoria vacía, repetición de consignas y lugares comunes, ese vicio contemporáneo que alimenta un periodismo berreta lleno de opinionismo a sueldo.

El odio y el resentimiento son despreciables, desde luego, y también lo son muchísimos usos y costumbres de la política argentina. Pero lo peor de todo es el cinismo: el de los que dicen que van a redistribuir lo que cuando pudieron hacerlo no hicieron; el de los que evaden impuestos como se elude a Lucifer; el de los que sólo son rentistas del agro y nos les importa la destrucción de nuestros suelos; el de los que ganaron y siguen ganando fortunas pero se quejan como si vivieran en villas miseria.

Los que pagamos impuestos de veras; los que no evadimos ni un centavo y estamos al día en nuestras obligaciones, y encima vemos cómo el pobrerío nacional paga ese impuesto a la pobreza que es el 21 por ciento de IVA, estamos y seguiremos estando hartos de que nos sigan mintiendo.

DIRIGENCIAS

Ahora habrá que ver qué país vamos a tener. Y la verdad es que a la vista de las dirigencias vernáculas, acaso debiera primar el escepticismo.

La primera dirigencia que es todo gobierno ya demostró su ineptitud para pilotear una crisis de este tamaño, y es por lo menos dudoso que sepan maniobrar con la sabiduría que requerirán los otros grandes temas que están en fila: transportes, ferrocarriles, aduanas, organismos reguladores, política ambiental en serio y no al estilito actual, nueva coparticipación federal, la gran reforma tributaria que la Argentina necesita y cuyo primer paso será acabar con la desgravación de la renta financiera que nos legaron Menem y Cavallo. Y, ni se diga, retenciones móviles a la minería, el petróleo y otras rentas extraordinarias, además de la reorganización profunda del sistema mediático y el debate indispensable sobre el derecho a la información.

Todo eso. Por lo menos.

No hay otros caminos para que la Argentina recupere a los millones de marginados que hoy tiene. Para que los campesinos que son los verdaderos pequeños productores sean propietarios legalizados de las pocas hectáreas que hoy trabajan. Para que millones de seres humanos expulsados de sus provincias que hoy se hacinan en villas urbanas, puedan encontrar trabajo bien remunerado, educación de calidad y horizontes de vida dignos. Para terminar con el hambre, la violencia urbana, la impunidad, el racismo y la explotación que son absurdas marcas registradas de este país.

Puede ser muy dudoso que el gobierno K tenga muñeca y cintura para hacer todo eso, o algo de eso. Pero es seguro que no lo harán las dirigencias agrarias y de la oposición, que en este conflicto se han mostrado sólo capaces de juntar lo mejor con lo peor de este país, pero para rezar al aire libre y mentir cuidando el bolsillo de los ricos. Qué política es ésa. Qué visión social y distributiva se puede esperar de ellos.

De ahí que, a la vista de la torpeza del Gobierno y la variopinta composición del arco opositor, más la probada falta de control de las dirigencias agrarias sobre sus representados, no hay mucho espacio para el optimismo.

Aquí no se resolvió nada porque en el fondo de todo sigue estando la eterna cuestión argentina: si los más ricos, los que ganan siempre y ahora ganan más que nunca, van a ceder algo en favor del conjunto. Jamás lo han hecho.

No es dato menor destacar que el precio actual que recibe el productor argentino es mejor que el de octubre pasado, pese a los aumentos de retenciones que tanto resistieron, escupiendo hacia arriba de la gran mayoría de ellos mismos. Los valores de estos días son los mejores desde 2002. Y no es opinión de quien firma, sino que son datos de la Bolsa de Cereales de Rosario.

Ojalá nos equivoquemos los que así pensamos, pero después de la Gran Cobos días graves nos esperan.
"Una pulga no puede picar a una locomotora, pero puede llenar de ronchas al maquinista" (Libertad, amiga de Mafalda)